Arrastra un
enorme cadáver tras de sí, o puede que sea su cuerpo, o su sombra, o su pelo
haciendo interesantes remolinos sobre su espalda, y todo eso junto tan sólo al
caminar. Parecerá al mirarla que más que caminar, empuje la realidad con su
cuerpo, más que sufrir, más que llorar, derrita la esperanza. Así es Estela,
así era cuando la conocí, y así vivirá siempre en mi recuerdo. Ansiando,
deseando avanzar cuando el agua le cubre hasta el cuello, implorando despertar
cuando duerme y luchando con la almohada despierta, persiguiendo una venganza
que hallará para luego desear perdonar. Difícil olvidarte, Estela.
Lo primero que me dijo fue “adiós”, lo último no pude escucharlo, estaba
demasiado lejos y su olor todavía hacía demasiado ruido en mis entrañas. Ahora
soy muy distinto… gracias a ella. Si, aprendí mucho. Conocí el deseo de morir
cada vez que tuviese la noción de estar vivo, y luego, a las puertas del final,
o sobre el bordillo de un rascacielos –según se prefiera- sentir el deseo de
correr en dirección opuesta, lejos de ese impulso antinatural y buscar, y
encontrar, y abrazar con todas las fuerzas posibles aquél pensamiento
incorpóreo, irracional e ininteligible ese galimatías que no nos pertenece pero
del que nos sentimos orgullosos al llamarlo “vida”…
No solo me robaste la vida, sino también la muerte.
Dejándome vacío.
Gracias Estela. Me costará olvidarte. Pues por ti estoy en paz.
Mirando lo negro que se ha quedado el cielo.
De cuando en cuando, rescataré algún texto antiguo y olvidado de mi anterior página ahora inutilizada. Así, quizá esto parezca un poco más vivo.
ResponderEliminarbuena idea!cortito pero intenso...
ResponderEliminarHola :)
ResponderEliminarSoy zumo_de_algodon (de fotolog). Espero que te acuerdes de mí. Pasaré por aquí si te has cambiado de lugar. Como ves, yo tb tengo blog...
en cualquier caso, quería decirte una cosa de relativa importancia (escríbeme, por fa, aquí flori164@hotmail.com y te lo desarrollo más que me da rollo ponerlo aquí).